lunes, 11 de abril de 2011

Las cebras se alimentan al amanecer y al anochecer, descansando durante las horas de más calor. Durante el día duermen a veces de pie, como los caballos, pero durante la noche a menudo se tumban. Para cualquier animal, los ratos de sueño son peligrosos porque pueden ser atacados por los depredadores. Por este motivo, las cebras solo duermen si uno o más de sus vecinos están despiertos para actuar de centinelas. Cuando comen sucede algo parecido; mientras algunas cebras están comiendo hierba otras están vigilando por si aparece algún peligro.
Durante el día las cebras pueden recorrer unos 20 km o más en busca de comida, volviendo generalmente al mismo lugar para descansar durante la noche. Sin embargo, en algunas partes de África, como en Tanzania, realizan migraciones durante la estación seca en compañía de miles de ñúes y gacelas.

Las hembras pueden dar a luz a su primera cría a partir de los tres años y, desde entonces, suelen quedarse embarazadas entre los dieciocho meses y los tres años. En los machos el periodo reproductor no suele empezar hasta los cinco o seis años.

Después de un periodo de gestación de unos 12 meses, las hembras suelen dar a luz a una sola cría. El recién nacido se alimenta de la leche materna hasta que cumple el año.


Estos doce meses son los más peligrosos para las crías, porque aunque las cebras pueden correr desde que nacen, no tienen velocidad ni resistencia suficiente para escapar de los leones y otros depredadores.
Las hembras de la cebra de Grévy cuidan de las crías sin ayuda de los machos. En las otras dos especies, los machos protegen a las crías de la unidad familiar y también a sus madres. A pesar de la vigilancia constante de sus padres, solo un 50% de las crías sobrevive durante el primer año.
Las cebras se han cazado durante miles de años, tanto por su carne como por su piel. Durante el siglo XIX la cuaga, una especie de cebra que vivía en Sudáfrica fue cazada hasta llevarla a la extinción.

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